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viernes, 19 de septiembre de 2014

La escritura del Himno Nacional de Colombia: una aproximación desde el lugar de producción de Rafael Núñez

Daniela Marín Gil
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“La casualidad ha sido la fuente de los más insignes descubrimientos. Sin ella no se hubiesen celebrado acontecimientos epónimos, no hubiesen aprovechado los pueblos las oportunidades para acrecentar el brillo y decoro de sus fastos. Y al fin y al cabo, ¿qué es la casualidad sino pretextos insignificantes, cuyos efectos van aumentando de día en día, en una proporción nunca calculada? He aquí cómo por uno de estos motivos intrascendentes, Colombia adquirió un himno nacional, que, estimado a la luz de razonada crítica, constituye uno de los más bellos cantos del mundo”[1]

Tras haber nacido en la heroica y romántica Cartagena en la primera mitad del siglo XIX, Rafael Núñez parece que hubiera estado marcado desde su aparición en el mundo, y gracias a su ascendencia política,  por tendencias sensibles, pero sobre todo amorosas y respetuosas, a la patria que para este momento estaba resurgiendo de las cenizas del proceso independentista.

Desde el inicio de su trayectoria se puede notar que fue una persona que tuvo las posibilidades de estudiar en una academia y optar por una buena carrera, además se podría decir que perteneció a una “élite” que tenía las posibilidades de acceso a la vida pública y a incursionar en la política desde muy joven, tal como lo fue cuando hizo parte de la guerra de los supremos. Además de las características anteriores, Núñez es mostrado como un hombre inteligente ya que a muy corta edad fue nombrado rector y gobernador en Bolívar.

Núñez tuvo una vida pública concurrida y marcada especialmente por sus cuatro etapas en el poder de Colombia; muchos son los ámbitos en los que, según se ha estudiado, incursionó este personaje tales como la poesía y la escritura. A pesar de que no se conocen múltiples composiciones de este ex presidente de Colombia, si ha sido estudiada la relevancia que tuvo con la  escritura y adaptación de la letra del himno nacional, que tras varios intentos con poemas realizados, alcanzó un éxito rotundo en las primeras décadas del siglo XX.

Su inclinación por la escritura puede relacionarse más con los acontecimientos sociales de su vida que con una inclinación familiar, pues la tendencia de sus parientes siempre fue más política que de cualquier otra índole:

“La sensibilidad estética de Núñez no es la síntesis estratificada de un linaje de letrados, sino el fruto casual de una ascendencia de hombres prácticos. Su familia jamás brilló por la imaginación y el arte. Quizás, por faltarle decantaciones pretéritas, su fuerza espiritual tiende de suyo a alejarse del equilibrio clásico para buscar espontáneamente los cauces desordenados y fáciles del romanticismo en boga. El sentido de la armonía tranquila no suele improvisarse: es el fruto de misteriosas sedimentaciones atávicas. Aún más. Las inclinaciones literarias de Núñez constituyen una excepción en la historia de Cartagena. Ni su clima sofocante, ni el trajín cotidiano de los muelles, ni sus tradiciones guerreras y mercantiles, secundan la función del espíritu.”[2]

La vida pública de Rafael Núñez estuvo marcada por una fuerte tendencia política que se evidencia en sus cuatro periodos en la presidencia de Colombia y en otros cargos menores para los que fue designado; también las características ideológicas indican una gran inclinación hacia el medio liberal, así en su trayectoria se haya visto permeado por la necesidad de aumentar su popularidad con los conservadores.

Contaba con seguidores de sus políticas y amantes a su escritura que apoyaban el desenvolvimiento social que demostraba en su vida pública, los cuales no sólo eran miembros de una élite sino que también eran personas que tenían trabajos comunes y vivían en condiciones comunes:

“Don José Domingo Torres fue toda la vida modesto empleado público. No conoció las horas de vacación, pues si éstas los sorprendían en diciembre, la fatiga mental y corporal era el lógico resultado de sus afanes por distraer a sus conciudadanos con pesebre, reyes magos, matachines y representaciones teatrales de confianza. Aparte de esta febril actividad de Torres, conocíasele también su apasionada adhesión al doctor Rafael Núñez, con quien presumía tener una vieja y obligante amistad. Mas no se crea que era solamente la obra política de aquél lo que ataba a Torres con los lazos de tánta eficacia. También sus producciones poéticas o periodísticas le arrobaban, de modo que, en un modesto pero voluminoso álbum de recortes, almacenaba cuanto desde 1860 salía de la pluma ágil y castiza del famoso polemista y escritor. Entre las poesías coleccionadas figuraba una de índole patriótica, en metro alejandrino agudo, propia para himno, aunque exenta de ese sabor vengativo e inhumano de todos los cantos de guerra. En él, lejos de las expresiones que invitan la matanza, al incendio y a la destrucción, y que llevan el jadeo de las barricadas, se repetía en estrofas apacibles, sedantes, generosas, la historia de los hechos gloriosos de nuestra faena emancipadora: Boyacá, Junín, Carabobo, Cartagena y Pichincha. Sin alarde de violencia ni nostalgias de sangre. El coro era una invocación breve a la gloria que no se marchita y al júbilo popular que nunca desfallece. La noción de patria, noble, benévola, hospitalaria, sobre todo otro sentimiento vindicativo. Nada de “AUX ARMES, CITOYENS”, ni de “Expulsar al verdugo de mi patrio rincón”. Era el espíritu de Núñez hecho letra. Sin fierezas, sin detonaciones, sin estridencias. Un canto que no era para el tiempo en que fue creado; cuando deber se escribía con la punta de una bayoneta, y al que lo cumplía se le despertaba con la explosión de un cartucho sobre el oído.”[3]

Respecto a su lugar de desarrollo académico y político, Núñez vivió el periodo post independentista y de surgimiento de la República además del momento de consolidación de los partidos políticos y de establecimiento de los grandes proyectos que auspiciaron un desarrollo económico en el país como las reformas liberales de mitad de siglo y el aumento de producción cafetera y de caña y de su exportación gracias a la implementación de los ferrocarriles que, aunque no tan eficientes como se esperaba, si fueron el método de unión de polos de un país que siempre había estado incomunicado internamente por sus difíciles condiciones geográficas.

También fue partícipe del auge de la prensa y al ser un académico y político logró gran participación en este medio. Dejando a un lado las tendencias políticas que demostró en las diferentes etapas de su vida, lo que sí se puede asegurar es que Núñez fue todo un patriota creyente de la causa independentista que se evidencia en varias de las once estrofas del himno nacional: hace mención a personajes fundamentales en la historia latinoamericana desde el descubrimiento y en los momentos de mayor agitación social y política donde fueron los intelectuales locales quienes promovieron la creación de una identidad propia con objetivos dispersos pero mirando hacia un mismo fin.

Luego de haber estado en dos ocasiones al mando del país y tras haber sancionado la constitución de 1886, un año más tarde se presenta el Himno de la República de Colombia siendo un poema escrito por Núñez en honor a Cartagena y con la musicalización del italiano Oreste Síndici. Tras hacer algunas modificaciones en cuanto a la concordancia de la letra con el objetivo que ya se había demarcado, se institucionalizó como Himno Nacional de Colombia.

Inicialmente arrojó críticas positivas:

“El tono marcial del coro con que se principia y que parece abrir al corazón horizontes de luz y de esperanza, y la arrogancia y brío de la música que levanta en sus alas las estrofas, fueron elemento principalísimo para que el himno se popularizase; no obstante la poca simpatía con que lo miraron en sus comienzos los adversarios políticos del gran poeta y hombre de Estado que escribió la letra.”[4]


No pasó mucho tiempo para que principalmente los adversarios políticos, poetas mucho más experimentados y maestros en letras empezaran a brindar sus posiciones, a veces apoyando y otras desmeritando el canto que ya era Nacional:

“Desde el punto de vista estético, se ha suscitado la cuestión de si los cantos nacionales han de participar de las características de los cantos populares locales. Aquélla se ha resuelto negativamente, atendiendo al objeto que unos y otros persiguen. Los primeros son el producto de un estado del alma colectiva frente a las circunstancias creadas o impuestas por la defensa del sagrado lindero. En ellos prevalecen los instintos ásperos, los impulsos violentos, las agitaciones del sentimiento varonil. La victoria, la venganza, el arrebato, imprimen a la voz humana un tono de altivez que repudia las cadencias veladas. Los segundos, inspirados por el amor o por el dolor de los hombres particularmente considerados, no pueden exteriorizarse sino en los tonos serenos y desvanecidos del perdón, de la súplica o del recuerdo, o en lo lujuriante del deseo y de la nostalgia de la carne.”[5]

“En cuanto a la letra y al significado histórico del himno colombiano, nada puede considerarse más adecuado, permanente, sublime. Conquista allí la palabra todo el esplendor del idioma de Castilla, para tornarse en un viril estruendo de emociones. Estas, a su turno, palpitan dentro del tórax atlético del lenguaje, con pulso vario, siempre augusto, nunca desmayado.”[6]

Uno de los aspectos que despertó interés nacional e internacional por el nuevo símbolo del pueblo colombiano fue la tendencia mucho más poética que marcial, como si era tendencia de muchos otros países que se encargaban de ensalzar las victorias de las batallas independentistas y el amplio desenvolvimiento militar que sus patrias habían representado:

“Comparado el texto de nuestro himno con el de otros pueblos que han recorrido una trayectoria paralela y simultánea con Colombia, y referidos todos a las grandes glorias que tratan de ensalzar, no hay uno solo que se le pueda comparar. El nuestro resiste la crítica por los tres conceptos que informan todo canto nacional: la literatura, la historia y la equidad. Núñez no sólo se esmeró en preparar una buena poesía, sino que resumió los hechos, personajes y sitios de mayor relieve en nuestros anales históricos, encadenándolos en forma que no causasen agravio al enemigo ni detrimento a la verdad escrita.”[7]

De las once estrofas que componen el Himno se puede rescatar el gran recorrido del escritor así como su contexto, pues no sólo son sus intereses los que se ven plasmados en él, sino también lo que su condición como figura pública le auspiciaba y lo que era permitido o no para el momento en el que fue escrito. En las estrofas del Himno de Colombia se debe rescatar el carácter religioso que se impregna con gran respeto hacia figuras católicas, lo cual demuestra lo fundamental que sigue siendo el papel de la Iglesia en el país para Núñez.

Sólo con el coro del himno, ya es posible entender la intencionalidad del mismo, pues teniendo en cuenta el momento y el lugar en el que creció Núñez, ya es posible identificar el tema principal en el que se va a centrar el poema, que en este caso sería todo el proceso independentista:

¡Oh gloria inmarcesible!
¡Oh júbilo inmortal!
¡En surcos de dolores
El bien germina ya.


Cesó la horrible noche
La libertad sublime
Derrama las auroras
De su invencible luz.
La humanidad entera,
Que entre cadenas gime,
Comprende las palabras
Del que murió en la cruz

"Independencia" grita
El mundo americano:
Se baña en sangre de héroes
La tierra de Colón.
Pero este gran principio: "el rey no es soberano"
Resuena, Y los que sufren
Bendicen su pasión.

En esta primera parte queda evidenciado el gran sentido patriótico de Núñez y la incontrolable alegría que trajo consigo la independencia del país, pero muestra que no es posible enajenarse ante el dolor y las pérdidas de los personajes que encabezaron este proceso, pues como es conocido, fueron los mismos intelectuales y políticos que encabezaban el movimiento intelectual de inconformismo con el dominio español, quienes libraron muchas de las batallas de la independencia o que posteriormente fueron fusilados en el proceso de reconquista encabezado por Pablo Morillo.

El anhelo por la independencia es evidente, pero no existe algún mal trato para con los españoles, pues se reconoce que el territorio nacional fue descubierto por Cristóbal Colón y en ningún momento se hace referencia a las batallas indígenas o a las pérdidas culturales que se dieron con el proceso de colonización. También se muestra la tendencia religiosa católica del pueblo y de Núñez en particular, pues en sus gobiernos siempre fue apegado a los tratos con la Iglesia en pro de la educación y menciona el padecimiento de Jesús en la cruz en esta primera parte del himno.

Esta primera parte es también la más popular entre la población colombiana y su mensaje a pesar de la profundidad que tiene, no da cuenta del resto del contenido del himno, que podría bien llamarse una oda a la independencia.

En las estrofas siguientes del himno hace mención de batallas que se libraron en el Nuevo Reino de Granada donde se lograron cometidos nacionalistas como la liberación de territorios, pero que causaron, como en el caso de la Batalla de Bárbula, la muerte de Atanasio Girardot, quien fuera militante de la empresa independentista. El carácter militar está presente en gran parte del himno por las menciones constantes a las muertes y a la sangre derramada que significa las pérdidas humanas en búsqueda de un mismo ideal.

Del Orinoco el cauce
Se colma de despojos,
De sangre y llanto un río Se mira allí correr.
En Bárbula no saben
Las almas ni los ojos
Si admiración o espanto
Sentir o padecer.

A orillas del Caribe
Hambriento un pueblo lucha Horrores prefiriendo
A pérfida salud.
!Oh, sí¡ de Cartagena
La abnegación es mucha,
Y escombros de la muerte
desprecian su virtud.

De Boyacá en los campos
El genio de la gloria
Con cada espiga un héroe
invicto coronó.
Soldados sin coraza
Ganaron la victoria;
Su varonil aliento
De escudo les sirvió.

Como la intención inicial del poema era ensalzar a Cartagena, y por su papel en la independencia del país, se puede decir que era totalmente necesaria su mención en el himno nacional, además la sitúa respecto a los mares y señala cómo esta guerra hace que su querida localidad natal pierda su belleza.

En esta última estrofa hace mención al elemento humano y de alguna manera habla de la precariedad armamentística respecto a España que tenían los combatientes locales, pero ensalza su valentía como gran arma para los enfrentamientos.

Para la tercera parte ya se puede hablar de la mención que hace directamente de los protagonistas locales que también fueron hitos en este proceso como es el caso de Bolívar. Se resalta la cordillera de los Andes como aspecto geográfico fundamental para el Nuevo Reino de Granada y para el sur del continente americano.


Bolívar cruza el Ande
Que riega dos océanos
Espadas cual centellas
Fulguran en Junín.
Centauros indomables
Descienden a los llanos
Y empieza a presentirse
De la epopeya el fin.

La trompa victoriosa
Que en Ayacucho truena
En cada triunfo crece
Su formidable son.
En su expansivo empuje
La libertad se estrena,
Del cielo Americano
Formando un pabellón.

La Virgen sus cabellos
Arranca en agonía
Y de su amor viuda
Los cuelga del ciprés.
Lamenta su esperanza
Que cubre losa fría;
Pero glorioso orgullo
circunda su alba tez.

Nuevamente Núñez hace mención de dos batallas acaecidas en el proceso de independencia: batalla de Junín y batalla de Ayacucho, las cuales son importantes por ser las últimas que se libraron en este proceso y que determinaron, como se menciona en el himno, el fin de la epopeya de la dominación española en el cono sur americano.

Ya se habla del concepto de libertad tras la batalla de Ayacucho y teniendo muy presente el apego a la religión, menciona el dolor haciendo una comparación metafórica con la Virgen por la tristeza que debían sentir las mujeres y madres que quedaron viudas o sin hijos, los cuales hicieron parte de los ejércitos de las campañas libertadoras.

El orgullo patriótico también está presente a lo largo del himno pero también demuestra el poco interés de Núñez por el pueblo o por la gran cantidad de soldados que perdieron la vida en los diferentes enfrentamientos de este momento al igual que los miembros de la élite que si son mencionados.

En la última parte se incluye el concepto de Patria y se toma el combate o las Termópilas de Paya las cuales serían el primer enfrentamiento con el que se inició el proceso de independencia. Las últimas estrofas dan una lección de lo que, desde el principio de los debates intelectuales en pro de la independencia, se quería lograr para todo el pueblo de la Nueva Granada. Se habla de justicia, de libertad y de igualdad.

Al tener como antecedente la traducción y publicación de los derechos del hombre y del ciudadano, ya la idea de constitución de una República sin dominación extranjera y con posibilidades para el pueblo en general, había causado estragos ideológicos en quienes eran partícipes de la vida política en la Nueva Granada.

La Patria así se forma
Termópilas brotando;
Constelación de cíclopes Su noche iluminó;
La flor estremecida
Mortal el viento hallando
Debajo los laureles
Seguridad buscó

Mas no es completa gloria Vencer en la batalla,
Que al brazo que combate Lo anima la verdad.
La independencia sola
El gran clamor no acalla:
Si el sol alumbra a todos
Justicia es libertad.

Del hombre los derechos
Nariño predicando,
El alma de la lucha
Profético enseñó.
Ricaurte en San Mateo
En átomos volando
" Deber antes que vida",
Con llamas escribió

El Himno de Colombia en sí da una lección de patriotismo y de ensalzamiento a los personajes que la historiografía ha hecho reconocer por la población colombiana. Es un poema que con un objetivo claro permite reconocer procesos fundamentales en el proceso independentista y muestra en gran medida el dolor y la gran cantidad de sangre que se derramó en torno a este objetivo. A pesar de tener un carácter muy político, también se debe rescatar el lado poético como fue inicialmente planteado y que constituye, como ha sido llamado, un himno diferente pero con gran contenido histórico, poético y literario de Latinoamérica.



Bibliografía

Aguilera, Miguel. Historia del himno nacional de Colombia. Colombia: Imprenta Nacional de Colombia, 1946.

Arismendi Posada, Ignacio. “Rafael Núñez” en: Nueva Historia de Colombia. Presidentes de Colombia 1810-1990. Bogotá: Planeta, 1989. Pág. 157-161.

Estrada Monsalve, Joaquín. El político y el hombre. Bogotá: Minerva, 1946.

Núñez, Rafael. Sindici, Oreste. Himno Nacional. Disponible en: http://wsp.presidencia.gov.co/asiescolombia/himno.html (23 de Julio de 2014).

Ospina Pérez, Mariano. Lozano y Lozano, Fabio. Disposiciones sobre himno nacional de Colombia, culto a la bandera, símbolos de la patria y enseñanza de historia. Medellín: Imprenta Departamental, 1949.

Villegas y González, Camilo. “Cartilla patriótica: historia y filosofía del himno nacional, en: El siglo de los nervios. Bogotá: Imprenta Eléctrica, 1910.



[1] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 16.
[2] Joaquín Estrada Monsalve. El político y el hombre. (Bogotá: Minerva, 1946) 33
[3] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 17.
[4] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 21.
[5] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 24.
[6] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 24.
[7] Aguilera, Miguel. Historia del Himno Nacional de Colombia. 25.

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